Mi camino

Soy periodista. Y esto implica, ante todo, una manera de ser y de ver el mundo. Por eso siempre seré periodista. Algo distinto es que haga siempre periodismo. Fue mi primera vocación. Y creí -y creo- en la fuerza de este oficio para alumbrar el camino de una sociedad libre y para dar voz a quienes no la tienen. Porque todos cuentan.

Comienzo en prensa local (La Tribuna de Talavera, 2006) y continúo en prensa especializada en política y economía regional (Economía y Empresas de Castilla-La Mancha y Negocio Castilla-La Mancha). De aquella agenda diaria de mis primeros tres intensos años de profesión, un reportaje de verdadera superación guerracivilista en Castillo de Bayuela (Toledo) o el anuncio del ‘cheque-bebé’ por parte de Zapatero en la campaña electoral de 2008, entre tantas coberturas y miradas. 

Mi última vinculación con medios de comunicación (2009-2013) se desarrolla en Unidad Editorial, uno de los grupos de comunicación de referencia en España. Para mí, el primero. Aquél en el que pronto fijé la mirada, gracias al gran periodista con quien comparto nombre. Fue en Expansión.com donde me abrieron los brazos hasta el último día. Mi trayectoria previa en medios especializados en información económica me permitió seguir aprendiendo de los mejores, con funciones de gestión de mesa de actualidad en turno de fin de semana. Sobre esa mesa, el seguimiento de la negociación del modelo de financiación autonómica de 2009 o el rescate bancario de 2012.

Entretanto, en 2010 decido formarme en comunicación institucional y política para conocer y acometer el ciclo completo de la información. Y con una inquietud aún mayor: más allá de la necesaria interpretación de lo que pasa, es decisivo crear y proyectar lo que pasa. Crear el mensaje, aspirar a marcar la agenda y fijar marcos de interpretación de la realidad que contagien emociones y avalen decisiones. Es la información y es el mensaje. Y, en último término, siempre es la verdad. Debe serlo. 

 

Una nueva elección personal, familiar y profesional

Castilla y León -y Palencia en particular- fue una elección personal como ámbito de vida y como ámbito profesional. En Palencia, configuro en 2013 mi primer proyecto empresarial como consultor de marketing y comunicación. Entre aquellos primeros proyectos, creamos la oficina de comunicación de una institución educativa de ámbito ibérico y marca y presencia globales. Fue la primera gran aventura. 

En 2015 me incorporo como asesor a la Administración local y confirmo una segunda versión de aquella primera vocación: la de construir una sociedad mejor a través de la gestión pública. De esta etapa municipal en Palencia asumo dos transformaciones urgentes: la de la propia función pública y la de la política. La primera, para transformar la Administración y garantizar su respuesta eficaz y humana en sus distintos ámbitos competenciales; la segunda, para alcanzar y consolidar un liderazgo real al servicio del progreso real. Para cimentar la sociedad mejor -el mundo mejor- que anhelamos y merecemos. 

Decido dar por finalizada en 2019 mi etapa en la Administración. Lo hago antes de que acabe la legislatura. Y regreso a la actividad de consultoría independiente. A un nuevo proyecto propio. Bajo una nueva marca. Con el inconformismo de siempre. Y con la mirada en el horizonte. En esta andadura, para seguir contagiando que el marketing marca la diferencia estratégica en cada proyecto y la comunicación, la capacidad de impactar, emocionar y convencer. Instituciones, empresas y organizaciones lo necesitan. Incluso aunque no sean conscientes de ello. 

 

Si no lo hacemos, de nada servirá haberlo soñado

Cada etapa profesional ha ido alumbrando decisiones y confirmando anhelos. Por eso mantengo el hilo inconformista de seguir caminando; de avanzar hasta donde pueda ser más útil. Hasta encontrar el lugar definitivo. Estar siempre en camino interior impide que el exterior nos sitúe y nos detenga. Creo en la necesidad de aspirar siempre a lo más alto. Y creo en la necesidad de no esperar más de lo inexcusable para intentarlo. Porque, si no lo hacemos, de nada servirá haberlo soñado. Porque muchos, en efecto, lo sueñan.