Line of the day: Ambiciones

La política desnuda su esencia espuria. La que mina la vocación de servicio. Antes de llegar al ecuador de legislatura autonómica y municipal -salvo excepciones ‘históricas’-, las vacunas importan mucho menos que el futuro personal a dos años vista. Y el desempleo que preocupa es el de siglas. Y nunca se contará por millones. 

La crisis sanitaria, económica y social se agrava y todos los partidos avivan sin disimulo sus estrategias para alcanzar y consolidar el poder. Presente y futuro. Mientras el Partido Popular trabajaba para atar a los candidatos afines a Pablo Casado en las direcciones provinciales y autonómicas, Pedro Sánchez e Inés Arrimadas pactaban lo que puede mantener al primero y salvar a la segunda: más poder

El PSOE nunca ha tenido tan cerca recuperar gran parte del poder autonómico que consolidó el PP legislatura tras legislatura. Ganó en 2019 en Madrid, Castilla y León y Murcia y los pactos le tumbaron con un simple efecto boomerang. Arrimadas ve próximo su final. Ha envejecido políticamente y su brújula es el egoísmo. Necesita un revulsivo de sí misma. Más protagonismo y más capacidad de influir.

Cuando más se habla de reunificación del centro-derecha, Ciudadanos decide jugar su última carta como Ciudadanos. Se resiste a morir sin inscribir más nombres propios en los boletines oficiales y sabe que así podrá gestionar la campaña electoral de 2023 desde una posición de privilegio. El poder cambia toda perspectiva. Incluso la del propio poder. 

Spinoza decía que “la ambición es el deseo desmesurado de poder”. Y en las decisiones de los máximos responsables del PSOE y de Ciudadanos hay mucho de desmesura. Y de ambición. La clave del día la ha pronunciado Ignacio Aguado, hasta hoy vicepresidente de Isabel Díaz Ayuso y gran damnificado por su propio partido. 

Son las ambiciones las que deciden. Y las que abandonan a los ciudadanos. Ayuso ha dado el paso antes que Ángel Gabilondo para llevar a los madrileños a las urnas el 4 de mayo. Y para salvar su gobierno envuelta en la bandera de la libertad. En Castilla y León y en Andalucía confían en la palabra; la que antes definía la honestidad y cerraba acuerdos. Pero en Valladolid los socialistas continúan su hoja de ruta y tientan con su propia moción. Y, mientras, los extremos mantienen el silencio. También pueden beneficiarse de este más que peligroso mar de fondo. Es su hábitat. 

Las candidatas decidirán. Es marzo. Y el marketing tratará de tapar las vergüenzas de una clase política más que deficiente. España necesita regeneración. De verdad. Antes de que los idus determinen una tragedia. 

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