Es 11 de marzo. Y este 11 de marzo como aquel de 2004, lo que único que preocupa y ocupa al PSOE es el poder. A cualquier precio. El día de la infamia, como tituló un periódico nacional en su edición especial, murieron 192 personas en el mayor atentado de nuestra historia. Hoy, sufrimos el gobierno de la infamia, que ha mirado para otro lado ante la muerte de más de 100.000 españoles en la peor pandemia que conocemos como generación de generaciones. Y que se ha valido de poderes de excepción para comenzar a destruir el régimen constitucional de 1978.
Aquel 11 de marzo cambió la historia de España. Hizo saltar por los aires los sueños de inocentes que iban al trabajo y a la universidad en plena hora punta madrileña. Alteró esencialmente la campaña electoral en su recta final. Y consagró al PSOE como el partido que pide verdad mientras miente y manipula. Fueron horas estremecedoras. De trampas. De confusión. Y de agresión a la democracia. Un nuevo golpe se gestó a través del terrorismo. Entonces el terrorismo quería cambiar la política. Como a lo largo de todo el período democrático. Hoy, la política perdona el terrorismo para cambiar las reglas del juego democrático y acaparar poder dictatorial.
Entonces como ahora, el PSOE ocupa el subsuelo del tablero. Sus fontaneros de ayer fueron decisivos en la convulsión de España entre el 11 y el 14 de marzo de 2004. Hoy, sus fontaneros urden pactos abominables con los destructores de la nación. Y ahora también con los grandes dependientes de la política. A unos y a otros solo les pone un precio. El del poder. Que reparte como migajas mientras atesora el gran botín que no pertenece a ningún partido político. Pues la soberanía nacional reside en el pueblo español. Y de ella emanan los Poderes del Estado que una democracia plena separa y contrapesa.
Zapatero y sus segundos llegaron al poder desde los trenes destrozados de Atocha, que la opinión pública interpretó tapándose los ojos ante un nuevo intento de putrefacción de nuestra democracia. También a cargo del PSOE. Sánchez llegó al poder de la mano de todos los que no desisten en la destrucción de España. Y a tal infame causa suma ahora a nuevos actores desnortados. A pesar de su inconsciencia.
En marzo se concentra la España real. En marzo hemos sufrido y sufrimos la España más cainita en distintas entregas. Pero en marzo también hemos decidido liberarnos del yugo que más nos ha oprimido. El del socialismo. El Partido Popular ha renunciado a celebrar el 25 aniversario de la primera victoria electoral de José María Aznar. Ha optado por obviar la suerte de España y convertirse en esbirro de Sánchez.