Line of the day: Desesperados

En solo cuatro días, Madrid se ha convertido en el epicentro de la política nacional y en el epicentro de las agencias de colocación. Unos cambian de empresa. Y otros, de ámbito de actuación. Y todos, buscando un futuro mejor. Esto sería admirable, al menos a grandes rasgos, si se tratase de jóvenes sin recursos o de padres de familia heroicos en una España devastada como la actual. Pero no. Se trata de aspirantes a la permanencia a costa de todos, que han demostrado ser absolutamente prescindibles. Cuando no netamente perjudiciales para la democracia. 

Están desesperados. O lo estaban. Estos movimientos políticos pueden ser estímulos para unos ciudadanos cansados de privaciones de derechos fundamentales, ahogados económicamente y sin soluciones. Ni sanitarias ni de empleo. Estímulos para elevar el listón de la exigencia política y situarlo al nivel de sus necesidades y de sus expectativas; no al nivel de las promesas fugaces de las pueriles estrategias partidistas. 

El drama político actual nos sitúa en los extremos. Sí. No podremos escapar de ellos a corto plazo. Al menos, socialmente. Es importante que estos extremos no conquisten la cabeza y el corazón. Pues de lo contrario, todos volveríamos a los años 30 del siglo XX. Donde algunos insisten en transportarnos. Y allí solo debemos volver a través de los libros de historia. Para aprender y recordar lo que nunca debe repetirse. 

El corto plazo será de tensión. Un caudal informativo amplifica la histeria política. Pero una voz interior debe poner freno y llamar a no rendirse. Estoy convencido de que el sentido común y el sueño de una España infinitamente mejor es mayoría. Y esta mayoría es posible. 

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