El relato y la sonrisa 

Sánchez se ha hecho con Biden una foto con mochila y ni los flashes disuasorios le regalaron el placer de la alfombra oval. De postre, el spot de campaña del PSOE responde a la única estrategia del presidente desde que durmió por primera vez en La Moncloa: blanquear su propia acción de gobierno. Esconde lo que hace y muestra lo que dice ser. Ahora, a ritmo de rap, copiando a Ayuso. Y de progresismo enajenado y contrario siempre al progreso, copiando a sus precursores. 

La política tiene la posibilidad de transformar las percepciones a través de las emociones. La verdad es inmutable, pero hay que defenderla y hacer que enamore. Es el relato el que decide la adhesión y el voto. A la mentira o a la verdad. Éste es el riesgo y ésta es la oportunidad. 

Cinco nuevos años de socialismo constatan la incoherencia entre lo que el presidente ha dicho y lo que ha hecho. Ha pactado con quienes, con orgullo, declaran su aversión a España y trabajan para destruirla. Incluso ha pactado con quienes asesinaron y siguen justificando hoy el terrorismo. Sin perdón. Las listas de Bildu no son las listas del Partido Socialista, pero gobiernan juntos. Quedan. Pactan. Se sonríen. Se blanquean. Y nos dicen qué debemos guardar en la memoria e imponer a nuestros hijos. Antes eran las pistolas. Ahora es la propia ley. La memoria de nuestros mártires por la libertad es una exigencia actualizada. 

El sanchismo es socialismo. Una etapa más en su historia. Y la dignidad no es la ley. Es mucho más que la ley. Es la ley no escrita. Nos permite crear lazos irrompibles. Inderogables. La ley sólo puede plasmar libertad y dignidad. Sánchez ha manchado el Parlamento de una política putrefacta. Contra la nación. Contra la democracia. Contra las instituciones. Contra la Justicia. Contra los derechos y las libertades de los españoles. 

Sánchez ha carcomido todo lo que nos sostiene. Ha aprobado imposiciones que nos hacen más vulnerables y más pobres. Preguntémonos por qué la economía no ocupa el eje de la campaña. Pregúntenselo en las sedes de los partidos que aspiran a derrotar el sanchismo. España se empobrece a ritmo de libres de Fórmula 1 y no existe un argumentario que lo refute y que proponga las reformas imprescindibles para comenzar a salir a flote. ¿Cómo es posible que el gobierno saque pecho por la losa de la inflación, más pesada que su artimaña en el INE? El Banco de España y la Airef contrarrestan al CIS desde sus respectivos burladeros. En el ruedo, incomprensiblemente nadie toma la alternativa. La iniciativa. 

Hay expertos en comunicación que insisten en la sonrisa para tapar las vergüenzas. La sonrisa es hoy el gesto extendido en el socialismo. El cartel electoral, la foto inmortal. Todos los candidatos que comparten marca PSOE son risueños cómplices de Sánchez. Orgullosos cómplices. La sonrisa facturada de Ximo y la cómplice de Collboni. La media de Lobato y la castigada de Maroto. La forzada de Page y la imposible de Vara. La de Pedro engañó hace tiempo a su conciencia. ¿También las demás? 

La sonrisa puede contagiar si se acompaña de una mirada confiable, que exprese la coherencia que pueda haber dentro. Atraer es contagiar. Sumar no es claudicar. Quien opta por esto último corre el riesgo de quedarse solo y dejar a España sin alma y sin futuro. Aunque gane una elección. Incluso dos. 

Esto hay que explicarlo, sí. Y también impregnar de firmeza y de credibilidad a un proyecto propio, valiente, liberal y conservador. Para atraer a muchos, pues habrá siempre quien prefiera el caos, la muerte y la pobreza. Con la convicción de quien nunca cederá y sólo buscará el bien común. Cueste lo que cueste. 

No podemos respaldar aún el proyecto necesario porque no existe. Pero la campaña sigue. Habrá una elección. Y la democracia pide siempre responsabilidad. La lucha por la libertad es también la lucha por el relato

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