Cuando las solas fuerzas sostienen una empresa, antes que el éxito aparece el cansancio. Y si la debilidad marca los días, devendrá en fracaso. Somos personas; no avatares híbridos enfuchables. Sólo los proyectos bien cimentados pueden soportar los múltiples torrentes que desata la naturaleza. La ingeniería social dominante tiene por objetivo último destruir las instituciones milenarias. Aún no lo ha conseguido. Pero, a fuerza de golpes, el caparazón puede resentirse cuanto menos. El matrimonio -y la familia- es el pilar de nuestra civilización occidental. Por eso es el más atacado y perseguido. Y resiste porque no está solo.
Los americanos han puesto de moda -o han impuesto- los ciclos cortos. Tampoco los sueños se cumplen sin pilares sólidos. La motivación es de recorrido tan limitado como las fuerzas. Por eso, volver a empezar es evitar la derrota que tanto bien hace para levantarse y continuar. Exportando tendencias laborales a lo social, vemos cómo todo habla hoy de lo efímero. Lo inaguantable. Lo egoísta. Lo pasional. Lo legítimo. Lo nominal. Netflix y Moncloa tienen nexos académicamente arraigados. El resultado muestra vidas sin alma, pues sólo manda el cuerpo. Y, en los excesos y las corrupciones, encontramos que la realidad puede superar a la ficción más cutre, que diría Feijóo. El cine y la política muestran lo que la sociedad atesora y disimula. Por eso inventaron la posverdad y lo políticamente correcto: para imponer las mentiras y los marcos.
Cuando sale al camino alguien diferente, todo cambia. El brillo de los ojos ilumina hasta en los días más negros. Ese quédate con quien te mire como es de lo mejor que he identificado con la realidad. Hasta el punto de que una sala llena puede parecer vacía. El matrimonio es la garantía de que lo esencial permanece cuando llegan derrotas y decepciones. Cuando el brillo de la pantalla se atenúa. Apple lo incorpora de serie para no dañar los ojos. Incluso ya se ofrece el modo noche automático. ¿Por qué tanto esfuerzo en apagar?
El Atleti encontró en Simeone el amor eterno e incondicional. El que llegó para cambiarlo todo y persevera para conseguirlo. El que ha recuperado la ilusión. El que ha aportado las soluciones que nadie encontraba. El que ha demostrado que se puede. El que resiste a diestro y a siniestro. El que permanece mientras otros pasan. El que ha pateado al establishment del fútbol español y mundial. El que ha alterado digestiones. El que marcado el ritmo y el estilo -sí, el estilo-. El que ha reinventado. El que ha creado una manera de entender la vida y la ha hecho marketing directivo y modelo de gestión de equipos. El que ha pisado siempre el suelo sin dejar de soñar nunca. No sólo ha ganado títulos -muchos-, como sucedía antes de su llegada; ha llevado a esta familia a otra dimensión. No sólo futbolística. Y lo ha hecho porque ha sabido contagiar lo que lleva dentro, tan fuerte que ha vencido al mercantilismo: a la cartera y al poder. Por todo eso, ocupa carteles de ‘se busca’ y ofrecen recompensa. ¿Es que aún no lo ven?
El éxito real no es de ciclos largos; es de toda la vida. La que aspiramos a completar. Sólo puede levantarse con fuerzas renovadas cada mañana quien tiene una razón de ser. Sólo se levanta y levanta a los demás quien ama. Simeone es el aval de la fidelidad; la capacidad de mantener viva la conexión más íntima. La que no se apaga nunca. Su última declaración se ha producido en vísperas del partido ante el Sevilla, en el que se ha convertido en el entrenador más longevo de la entidad, recital aparte. Estoy seguro de que el técnico más admirado -y el más odiado- no quiere ni homenajes ni récords, aunque necesariamente los acumula. Necesita confianza sin límites, pues él y sólo él los ha ensanchado. Necesita ver correspondida tanta entrega sine die. Porque aún tiene mucho que entregar. Porque sabe que seguirá sorprendiendo. Lo sigue haciendo. A pesar de tanto y de tantos.
El Cholo ha llevado a Madrid la segunda carta de San Pablo a los Corintios. Pido a los dirigentes de mi club que no caigan en la tentación de los falsos ídolos. Que no renuncien al tesoro que un día descubrieron. El Atleti es lo único importante. Y Simeone lo es todo para que el Atleti siga siéndolo.